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(uno, due, tre) es el último sonido en mi memoria al momento de dormir. Me presento, soy Sebastian Garcia practicante de Muay Boran en la escuela de IMBA Colombia, quien radicalmente puso en pausa su vida normal para cumplir un sueño y seguir lo que le decía el corazón. Sin hablar Italiano y un presupuesto reducido decidí junto con mi maestro Juan Carlos Duran, emprender un viaje hacia Italia para conocer a uno de esos tantos héroes que sigo por fotos y libros, a una persona que existe entre palabras como algo mítico y lo más importante; alguien quien ayudó y ayuda a construir uno de los espacios más felices que vivo en mi día a día – La práctica del Muay Boran -, el maestro Marco de Cesaris. Aún recuerdo el suspenso que sentía durante el vuelo, algo de miedo y una emoción tan fuerte que no me permitió dormir una sola milla del transcurso. Luego de catorce horas puse mi pie en Italia y sin dame cuenta ya estaba corriendo en la sala bajo la voz del Maestro Marco (uno, due, tre).

Dicen que no es bueno conocer demasiado tus héroes, porque tienden a ser en muchos casos solo un globo vistoso que flota con helio, pero fue sorprendente descubrir que mi héroe salto de la viñeta y resultó ser más fuerte de lo que contaba la historia y no solo eso, conocí otros grandes personajes quienes al igual que el maestro Marco, me sorprendían con sus movimientos y la muestra de unas afiladas armas como la maestra Maria Grazia Vallone y cada uno de mis compañeros de IMBA Italia. Decidí quedarme un mes para entrenar junto a estos grandes personajes y comprender mejor el Muay Boran. El primer día de entrenamiento fue intenso, una serie de ejercicios destinados a acelerar tu corazón y a medir la resistencia de tu mente; repeticiones que luego de unos minutos parecen infinitas y hacen que cada musculo duela creando un eco en tu cabeza que grita “¡no más!”, al final del día me sentía agotado físicamente pero no se me borraba la sonrisa de la cara y esa sensación de querer despertar el día siguiente para volver a entrenar. En este punto no voy a mentir y a decir que fue fácil, en los días siguientes el entrenamiento fue cada vez más intenso y a su vez el dolor y el cansancio físico, pero para mí entrenar es el momento más feliz de mi vida, cuando corres los problemas se van quedando atrás, el ruido del mundo parece perderse entre las exhalaciones, la tristeza se sacude en cada golpe a los paos, y los pensamientos se ordenan en la cadencia del ram muay.

(Uno, due, tre) sigo corriendo, tras la sombra. En el campamento de Costacciaro descubrí que nos movemos persiguiendo una sombra, siempre alguien nos inspira y tratamos de replicar sus movimientos, esto no es malo porque perseguir su sombra quiere decir que intentamos entender su esencia, más no convertirnos en otra persona. Simplemente queremos hacer parte de nosotros eso que admiramos tanto de nuestros héroes. En este camino me encuentro, tratando de mejorar entre movimientos y repeticiones, entendiendo la esencia de la sombra. Corro detrás de ellos por que espero alcanzarlos un día y correr junto a ellos.

El Muay Boran me ha enseñado tres cosas importantes que aplico en cada aspecto de mi vida, la primera es nunca rendirme, sin importar las circunstancias sigo hacia adelante y termino mis combates, la segunda es que mi voluntad es fuerte porque detrás de cada impulso esta mi familia, mis compañeros y mis maestros, y la tercera es, que ningún camino llega realmente a un destino final, cuando crees comprender un concepto te das cuenta que es tan solo la base de una gran montaña y así como en la vida, en el Muay Boran las posibilidades son infinitas solo basta con aplicar las dos “reglas” anteriormente mencionadas para lograr cualquier cosa (uno, due, tre).

He logrado varias cosas importantes en mi vida, pero es la primera vez que me siento haciendo algo realmente importante, la labor de IMBA no solo radica en la difusión del Combat Muay Boran, si no en la construcción de una honorable familia, descubrí que en la casa de IMBA sin importar el país, te sientes con tu familia, todos unidos por una sola pasión, una sonrisa sincera y una sola voz.

Luis Sebastián García Merchán.